Nuestra ruta transcurrirá en paralelo a esta imponente obra del s XIX que unía los puertos de Nantes y Brest atravesando de este a oeste toda la región. Casi 400 km de un paisaje teñido de verde, con frondosos bosques, embalses y meandros creados por el curso fluvial que quedan tapizados en algunos rincones por hipnóticas capas de nenúfares y ninfeas. En el recorrido atravesamos pequeñas poblaciones bretonas con encanto, pequeñas casas de las esclusas rodeadas de flores en páramos silenciosos y grandes extensiones de campos donde viven felices las vacas más populares del continente. El interior de la Bretaña es un paisaje totalmente rural. Sin llegar a los niveles de la España vaciada, presenta unos bajos índices de densidad de población. Las partes más turísticas se concentran en algunas populares zonas de la costa.
Nuestro recorrido por la Bretaña combina tres etapas por el Canal de Brest y dos etapas por la ruta Norte que va hacia la costera y encantadora población de Roscoff, atravesando el Parque Natural de l’Armorique
Para nosotros la Bretaña francesa es uno de los grandes paraísos cicloturistas europeos. Un entorno que invita a pedalear tranquila y sosegadamente mientras nuestras pilas se cargan con toda la energía positiva recogida de la naturaleza que nos envuelve. Tanto el verde que a veces parece que nos cubre por arriba, como las ninfeas y nenúfares que nos atraen desde abajo, con sus 360 km y sus 236 esclusas coloridas, el canal no da tiempo a la monotonía. Quienes tengan la experiencia de pedalear por el Canal de la Mancha o el Canal de Midi, deben hacer un reset antes de afrontar este reto. Aquí el itinerario podría interpretarse como el recurrente recorrido, a veces un tanto monótono, de un camino de sirga paralelo al canal. La vegetación mediterránea tiene una fuerza y carácter especial, pero aquí se trata de una vegetación nórdica y exuberante regada por todos los frentes atlánticos que entran al continente.
El viaje añade el atractivo de sumergirse por unos días en una de las más antiguas y atractivas culturas europeas que todavía resiste los embates de una modernidad homogeneizadora. Los bretones son una comunidad abierta pero conscientes y orgullosos de su herencia. El bretón, lengua de orígenes célticos, se llegó a hablar en toda la comunidad, pero desde mediados del siglo pasado pervive a duras penas en la parte más occidental. La música celta con la herencia de las gaitas, los bailes tradicionales y participativos, la rica cocina más allá de las conocidas crêpes… todo un sinfín de elementos estimulantes para alimentar durante unos días los espíritus ávidos de curiosidad.
Duración: 8 días
Día de traslado hasta la población de Redon en la Bretaña, donde nos alojaremos antes del inicio de la primera etapa.
Empezaremos nuestra ruta en la pequeña ciudad de Redon. Esta población conserva el encanto de varias casas en las que pervive el antiguo entramado de madera de sus estructuras. Su centro medieval, las zonas portuarias fluviales por donde discurre el canal y la vieja Iglesia de Saint Sauveur de origen románico, son sus grandes atractivos.
Circularemos por el Canal que transcurre en esta zona por el frondoso Valle de l’Oust y atravesaremos en paralelo a la Ilê aux Pies, una extensa isla de rica y protegida biodiversidad formada en el entorno fluvial. A esta altura tendríamos la posibilidad de alargar el recorrido unos 10 km más a partir de Glenac para visitar unos de los pueblecitos con más encanto de la Bretagne: La Gacilly. El pueblo es un pequeño refugio para artistas y galerías que en verano decora sus calles floridas con grandes y espectaculares fotografías del festival Pueblos y Naturaleza. Por otro lado, el pueblo está unido a uno de los nombres más míticos del universo de la cosmética y el glamour: Aquí empezó el imperio Yves Rocher.
Desde Glenac seguimos superando esclusas y embarcaderos, recorriendo un canal donde se cruzan cada verano grupos cicloturistas de toda Europa. Pasaremos por Malestroit, considerada la perla del Oust. Este nombre pertenece tanto al valle que desde Redon vamos recorriendo como al río que se funde en el mismo canal. Malestroit es otro pueblo medieval con un extenso catálogo arquitectónico de casas góticas y renacentistas ricamente decoradas con gárgolas, testimonio de un pasado de riqueza exuberante.
Unos 25 km nos separan de Josselin, final de nuestra etapa. Habrá que reservar algunas fuerzas para perderse por las calles medievales de esta pequeña población rica de patrimonio. El Castillo de los señores Rohan, del cual nos atraerán sus altas torres kilómetros antes de llegar a la población, guarda una larga historia de luchas de poder entre la nobleza y los duques de Bretaña. La población, amurallada como varias de la Bretaña, guarda un entramado medieval de gran atractivo fruto en gran parte a su pujante producción textil, principalmente de lino. Paseando por sus calles, nuestra mirada saltará de una a otra de las casas del XV al XVII ricamente decoradas. Algunas de ellas con ricas esculturas en sus fachadas.
Segunda etapa, esta vez más relajada en distancia. Seguiremos pedaleando por entornos mágicos de bosques frondosos y abundante vegetación que cubren el canal por donde transitamos. A unos 8 km de Josselin, al nivel de la esclusa 41, nos podemos desviar unos metros hasta el cercano pueblecito de Pomeleuc que guarda la pequeña y encantadora Chapelle de Saint-Mélec.
Después de pasar cerca de la inmensa Abadia de Timadeuc donde los monjes trapenses siguen muy activos en sus trabajos agrícolas con productos que podemos adquirir en la tienda, llegaremos a Rohan (origen de los nobles del Castillo de Josselin).
Desde Rohan unos 5km nos separan de uno de los paisajes más sugerentes del Canal. El Oust se une al Canal y hay que superar unos 60 metros de desnivel en una constante sucesión de esclusas que producen una perspectiva de jardín versallesco. Es una infraestructura que nos recuerda el ingente esfuerzo que se tuvo que realizar para levantar esta obra de ingeniería de origen militar, pero que quedo relegada a un mejor aprovechamiento comercial. Por esta vía las poblaciones podían sacar su producción alimentaria, de minerales, hierro, carbón, etc.
Unas cuantas decenas de esclusas más allá nos harán descender suavemente hasta la ciudad de Pontivy. Después de atravesar una buena parte de la Bretaña más rural y despoblada, aquí disfrutaremos de una pequeña ciudad de animada vida cultural y comercial. La ciudad presenta dos partes urbanísticas muy diferenciadas, la moderna ciudad napoleónica de grandes avenidas y palacios señoriales y el laberíntico casco antiguo. Merece la pena pasearse por el núcleo medieval, pasear por sus calles, algunas con orígenes en los oficios medievales, como la Rue du Fil que representa los más de ochenta oficios ligados a la producción de tapices. En la Rue du Pont podemos ver algunas casas antiguas de fachadas avanzadas en saledizo.
Hoy iniciamos la etapa más larga, que además presenta algunos desniveles y una variedad de paisajes contrastantes. Hemos de retroceder hasta nuestra llegada a la ciudad el día anterior, cuando nos cruzamos con el río Blavet que nos acompañará en los próximos kilómetros. Empezaremos una ligera y rodadora subida hasta la población de Mûr de Bretagne, famosa cada verano cuando ve los maillots de colores del Tour atravesando sus calles.
La población la dejaremos a nuestra derecha, y dejaremos el cauce del río antes de superar la dolorosa cicatriz que supuso para la navegación del canal la construcción de la presa de Guerlédan. Está obra de la modernidad de los años 20, elimino definitivamente la posibilidad de pasar navegando desde Nantes a Brest. Una vez superada la presa no debemos confundirnos y debemos seguir por el lado norte del lago de Gerlédan. Hemos dejado el cauce fluvial que nos permitía una cómoda orientación y ahora hay que seguir algunos cambios de pistas que vamos a ir encontrando. En este tramo en que abandonamos el cauce del Blevet tenemos un tramo en subida del 7% durante unos 3 km. Seguiremos la Vía Verde V6. Desde Mûr de Bretagne hasta la pequeña población de Caurel, las vistas elevadas sobre el lago de Guerlédan son espectaculares.
Hemos dejado la flora típica del canal y ahora nos envuelven los tupidos bosques de robles. Descenderemos hasta la Abadia de Bon-Repos. La Abadía cisterciense, fundada en el siglo XII, está situada en un lugar idílico. Después de unos siglos de prosperidad después de su fundación, cayó en el más profundo abandono. Un grupo de apasionados la arrancó del olvido en los años 80 y restauró gran parte del conjunto, el claustro y gran parte de los edificios anexos excepto la Iglesia que quedó en ruinas. En la actualidad es sede de numerosas exposiciones de arte contemporáneo y conciertos en un marco incomparable.
Pasaremos por la población de Gouarec y volveremos a pedalear por los paisajes amables del canal. Hemos recuperado la otra parte navegable que desde Brest seguía más allá del corte de Guerlédan. Entre esclusas, bosques y pequeñas poblaciones llegaremos a un entorno pequeños estanques cerca de Glomel que llevan el curso fluvial a unas aberturas de panorama.
Cerca de esta población encontramos la Grande Tranchée de Glomel. Es el punto más elevado del canal con sus 185 mt y marcaban la partición de las aguas que antiguamente fluían hacia las dos vertientes y que se debieron superar a través de un largo trabajo de extracción de tierras y construcción de esclusas. Los trabajos en este punto fueron titánicos, y la mano de obra en gran parte la formaban desertores condenados a trabajos forzados.
A partir de este punto el descenso es un placentero paso de esclusas hasta que nos cruzamos con la vía verde V 7 (de Rosporden a Roscoff). Hay que tener especial atención a tomar esta vía y no llegar al Puerto de Carhaix. Subir a la población de Carhaix Plouguer por otra vía distinta nos complicaría el trayecto.
Esta pequeña ciudad bretona se encuentra en el departamento de Finisterre (una de las cuatro zonas administrativas en que se divide la comunidad Bretona). La ciudad es conocida internacionalmente por su famoso festival Vieilles Charrues que se celebra cada año a mediados de julio. Es el mayor festival de música de Francia y su crecimiento ha llegado a cifras de vértigo (240 mil asistentes en las últimas ediciones).
A partir de este punto abandonamos la vía del Canal de Brest. En unos 70 km más esta vía nos hubiera llevado a la desembocadura del mar. Y la red cicloturista bretona todavía alarga muchos kilómetros más por la península al sur de la rada de Brest. Nosotros enfilaremos la Vía Verde 7 que atravesando el Parque Natural de l’Armorique nos llevará a Morlaix y Roscoff.
Hoy el paisaje nos va a cambiar completamente una vez que entremos en el Parque del Armorique. Vamos a seguir el itinerario de una vieja instalación ferroviaria.
Aunque el interior de la Bretaña rural no está dominado por grandes bosques, el Parque Natural de l’Armorique es una gran extensión protegida, cubierta principalmente de grandes bosques. El Parque se extiende desde el Océano Atlántico hasta la zona interior más montañosa de Finisterre. Una gran parte del dominio protegido pertenece a las zonas costeras y a las islas adyacentes. Nosotros básicamente vamos a atravesar el parque en su extremo oriental cruzando las reservas de los bosques de Huelgoat y la Reserva Natural de Cragou-Vergam.
Van a ser 46 kilómetros ininterrumpidos de naturaleza intensa sin cruzar ninguna población hasta Morlaix excepto las antiguas estaciones ferroviarias que ahora se están reconvirtiendo en agradables albergues y puntos de restauración para el turismo de la zona.
Morlaix es una ciudad enclavada en un lugar estratégico entre los ríos que bajan desde el Armorique y la profunda ría que entra desde el océano, pero que dista todavía unos cuantos kilómetros del mar abierto. De hecho es todo un contraste la situación del estrecho puerto de Morlaix acogiendo decenas de veleros en el centro de la ciudad. El otro elemento llamativo cuando se llega a la ciudad es el imponente viaducto construido en el siglo XIX para salvar al tren de la línea Paris-Brest de las dos pronunciadas colinas de la ciudad.
El casco antiguo nos va a sorprender. Durante el viaje ya hemos admirado una buena colección de casas longevas, pero en el centro de Morlaix vamos a asistir a la exposición de un desfile de gala de casas de los siglos XV al XVII. Además tendremos la fortuna de conocer una de las más antiguas desde dentro: La Casa de la Reina Ana. La casa, un buen ejemplo de las características maisons à Pondalez, está ricamente decorada con esculturas en su fachada y deambular entre sus pisos por las escaleras de madera antigua chirriando es toda una experiencia.
Corta pero entretenida etapa que vuelve a cambiar paisajes. Dejamos las solitarias huellas del antiguo trenecito para seguir el trazado de pistas y pequeñas carreteras de poco tránsito y mucho encanto. Hay que estar atentos al trazado cambiante y los numerosos desvíos. Hasta la población de Pont de la Corde iremos por el interior y a partir de este punto iremos visualizando cada vez más el mar a nuestro alrededor. La sucesión de pequeños pueblos bretones entre campos de deliciosas alcachofas, la carretera serpenteando entre pequeños bosques, el atractivo de las pequeñas capillas, los estuarios al fondo de las colinas… todos son estímulos en esta etapa en la que se respira el mar por todos los flancos.
Pasado el Pont de la Corde el próximo destino lo iremos visualizando poco a poco antes de llegar. La elegante aguja elevada del campanario de la Catedral de Saint Pol de León nos acompañará hasta recalar en su centro histórico. Una esbelta aguja soportada por cuatro pilares y horadada por más de 80 aberturas representa todo un desafío al equilibrio. La catedral tiene unas dimensiones contrastantes con la pequeña población que la acoge, si no fuera por pasado ostentoso que nos siguieren sus casas señoriales y los pequeños palacios de la población. Erigida entre los siglos XIII y XVI, la catedral destaca por la mencionada aguja campanario y por la sillería del coro con curiosos detalles figurativos en roble.
Desde Saint Pol hasta Roscoff es todo un paseo de 8 km que nos acercará a la ciudad a través de algunas de sus playas más bonitas.
La población de Roscoff tiene una larga tradición marinera desde época romana. Antiguo pueblo de pescadores, corsarios y contrabandistas, Roscoff continúa mirando al mar y de él extrae su principal riqueza. Por una parte la pesca de crustáceos continua en auge, por otro lado sus tratamientos de talasoterapia (primer establecimiento abierto en Francia en el s.XIX), y finalmente el turismo, principal fuente de ingresos de la población.
Roscoff es una población seductora. Incluso en verano cuando la población recibe más turistas, pasear por sus calles, entre sus mansiones señoriales de sólidos bloques de granito, las preciosas perspectivas hacia el mar que nos ofrecen todas las calles del centro, y sobre todo el hipnótico fenómeno de las mareas, son elementos para dejarse deambular sin prisas por la población.
Hemos planificado una jornada relajante en la población sin ningún programa que nos impida respirar la calma que emana del lugar. Únicamente recomendaremos una visita a la próxima Isla de Baz, separada apenas unos 20 minutos en barco de Roscoff. La Isla de dimensiones reducidas, invita a recorrerla pacientemente a pie, disfrutando del aire rural y calmado que se respira. Aunque pequeña de dimensiones, tiene un atractivo paisajístico singular. El fenómeno de las mareas deja anclados con sus quillas clavadas en el fondo, los pesqueros y veleros situados en su playa principal, formando un espectáculo que es un tour de force de los equilibrios. Nos perderemos por sus calles hasta llegar al Jardín Georges Delaselle, un extraordinario vergel exótico fruto de las ilusiones de un soñador.
Por la tarde podemos regalarnos un tratamiento de Talasoterapia y disfrutar estirados en el solárium del espectáculo de la puesta de sol en la bahía de Roscoff.

Transporte de participantes, bicicletas y equipajes.

Alojamiento y desayuno

Asistencia

Seguro de actividad

Reportaje fotográfico
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Canal de Brest en bicicleta